Estamos en el último tramo de este curso 2020-2021, que ha resultado intenso, duro y diferente a todos los anteriores.

Ha exigido un gran esfuerzo, incluso extraordinario en muchos factores. Importantes ejes estructurales de la vida escolar han experimentado una transformación sin parangón. De hecho, podríamos escribir innumerables líneas analizando el día a día de estos meses en los centros.

Sin embargo, en esta ocasión, queremos poner el foco de atención en el futuro, en el y…¿ahora qué? Ya sabemos que durante estos meses se han producido cambios significativos y de verdadero calado. Cierto; no hay duda, y desde ese mismo prisma creemos que ha llegado el momento de pensar en el próximo curso.

Si queremos ganar terreno al 2021-2022, es importante que comencemos a trabajar en ello desde ahora. 

La planificación y definición de un rumbo y horizonte claro se hace más necesario que nunca y es importante hacerlo bien y con el tiempo y dedicación que requiere.

No podemos dejarlo para los últimos días de junio, cuando nos encontramos ya con escaso margen de maniobra y la “batería pedagógica” bajo mínimos.

Comencemos ya a trazar qué actuaciones llevaremos a cabo, quiénes serán las personas responsables de hacerlo; su tiempo de ejecución y herramientas y recursos sobre los que nos soportaremos para obtener una hoja de ruta de centro. Constituirá un documento de trabajo en el que se recogerán de manera coherente y bien ensamblada los retos y oportunidades de innovación educativa para el próximo curso 2021-2022.

Cómo hacerlo en 3 pasos: