Llevamos 3 semanas trabajando con ahínco para dar respuesta a la excepcional situación generada por la crisis del Coronavirus. Las decisiones adoptadas en los centros durante este período han sido muchas; las reuniones de coordinación realizadas han sido constantes y la creación de aulas virtuales en tiempo récord ha exigido un gran esfuerzo y dedicación.

Partiendo de dicho escenario, es momento de realizar una primera valoración sobre lo realizado, con el fin de continuar marcándonos nuevos retos.

Hagamos balance

Desde la experiencia vivida durante estas semanas en la formación y acompañamiento de centros de la red de Kristau Eskola, hemos extraído las siguientes conclusiones:

  • Se ha dado respuesta, cuasi de manera inmediata, por parte de un gran número de centros a esta excepcional y singular situación.
  • Sin embargo, esa rápida respuesta ha dejado latente la brecha digital existente aún hoy entre distintos centros y Comunidades Educativas.
  • Equipos Directivos, alumnado y profesorado han tenido una gran capacidad de adaptación al nuevo escenario, gracias al esfuerzo y voluntad de todas las partes.
  • Las familias han asumido su nuevo rol de profesorado como mejor han podido, o sabido, dadas las circunstancias.
  • El trabajo y aprendizaje en red ha cobrado especial relevancia durante este período.
  • El factor humano y emocional ha estado presente en alumnado, familias y profesorado, y en ningún caso debemos dejarlo de lado.

Sí, efectivamente podemos felicitarnos por la gran labor y esfuerzo que las respectivas Comunidades Educativas estamos realizando.

La evaluación, en primera posición

Ahora bien, tras 3 semanas de actividad, y aprovechando que tenemos un alto en el camino por el período de Semana Santa, ha llegado el momento de levantar la cabeza de las pantallas y tratar de mirar con cierta distancia y perspectiva hacia los próximos pasos a dar.

En ese terreno, sin duda alguna, la evaluación se sitúa en primera posición del próximo trayecto. Una evaluación entendida como:

  • Un reconocimiento al esfuerzo realizado durante este período, atendiendo, claro está, a las particularidades y circunstancias que se puedan producir en cada caso.
  • Un recurso para poder evidenciar la evolución experimentada en el alumnado. Tenemos la oportunidad de realizar un seguimiento y acompañamiento individual de nuestros alumnos y alumnas, especialmente de aquellos que puedan volverse más invisible en el contexto colectivo.
  • Un reto para poder avanzar en modelos de evaluación innovadores. Las propuestas de examen memorístico no tienen mucho encaje en este contexto. La situación actual nos exige un verdadero ejercicio de transformación y creatividad (por qué no decirlo), para poner en marcha nuevas fórmulas de evaluación. Y, desde luego, las TIC nos brindan múltiples oportunidades para lanzarnos a nuevas iniciativas docentes.

Todo lo anterior exige una labor de coordinación y consenso entre el profesorado, a fin de facilitar un abanico de respuestas y herramientas amplio, pero que evite el desconcierto y confusión entre todas las partes.

Y junto con ello, se hace necesaria una adaptación de los criterios y/o factores evaluación hasta ahora contemplados. Habrá que eliminar algunos indicadores, por carecer de sentido en estas circunstancias, e incorporar otros que quizás resultan indispensables en esta situación.

La incertidumbre y desconcierto sobre lo que pueda ocurrir a partir del 12 de abril podría situarnos en otro período de espera. Sin embargo, lo cierto es que los plazos se imponen y toda actuación que nos permita seguir estando al frente de nuestro alumnado contribuirá, seguro, a su proceso formativo y a continuar creciendo como personas, desde los cimientos de las respectivas Comunidades Educativas.